Hoy quiero iniciar una serie de artículos, con pasos sencillos, para aquellos gestores que no son especialistas en la materia, con el objetivo de sentar las bases de una buena gestión de personas en su empresa.
Lo primero que tenemos que hacer es poner en valor a las personas que forman parte de la empresa. Preguntarnos si sin ellas podríamos hacer lo que hacemos. Si hubiéramos llegado a donde hemos llegado. Si nuestro proyecto es posible y viable.
Salvo que seas autónomo y no tengas empleados, la respuesta es bastante obvia. Sin sus empleados, una empresa es solo un conjunto de activos improductivos. Un local, una nave, maquinaria, mobiliario…, pero nada que ver con una actividad empresarial. Está claro que una empresa sin sus empleados no es una empresa, y que necesita de estos para poder desarrollar su actividad y llevar a cabo su estrategia de empresa.
Por otra parte, los empleados necesitan de las empresas, porque de ello depende su futuro. Si no hay empresas no hay trabajo, y si no hay trabajo lo vamos a pasar bastante mal para poder llevar una vida mínimamente digna. Ya no es cuestión de mirar al pico de la pirámide de Maslow, sino sencillamente a la base.
Esta claro que las empresas necesitan de las personas y viceversa, y que, por el bien de todos, lo mejor es trabajar en equipo para un bien común. Pero si esto esta tan claro, ¿por qué existen tantos conflictos laborales y tanta desmotivación en empresarios y empleados (al margen de momentos difíciles coyunturalmente)?
En este artículo hablaré brevemente de 3 pasos que me parecen esenciales para evitar la mayoría de conflictos laborales que se producen en las empresas, y más adelante publicaré un artículo desarrollando cada uno de los pasos.
El primer paso es gestionar las expectativas
desde el primer momento, y revisarlas periódicamente. En demasiadas ocasiones, muchas cosas se dan por supuestas y no se hablan y se aclaran. Algo tan sencillo como que cada parte exprese explícitamente que espera del otro. Que la empresa defina con claridad (y no solo decir: que trabaje bien) qué espera de sus empleados. Y que los empleados digan con claridad, que esperan de la empresa, pero desde un punto de vista constructivo y sostenible (y no vale eso de: cobrar mucho y trabajar poco). Hay que ser realista y maduro, enfocando las expectativas de cada parte hacia la sostenibilidad y mejora del proyecto común. Porque ambas partes deben tener claro, que son necesarias para tener un futuro mejor.
El segundo paso es gestionar el desarrollo y crecimiento de los empleados, preocupándose de que cada día mejoren en su trabajo y se sientan mejor realizándolo, manteniendo un buen clima de trabajo. El crecimiento de la empresa depende del crecimiento y la motivación de sus empleados, si ellos no se adaptan a los continuos cambios que demanda el mercado, la empresa no podrá adaptarse a ellos. Por eso, mantener el buen clima laboral, así como la formación y el desarrollo de las personas que forman la empresa debe ser algo constante en el día a día.
Y el tercer paso es que la retribución esté acorde con la aportación
que cada persona realiza a la empresa. Este no es un punto sencillo, ya que encontrar un equilibrio entre todas las “fuerzas” que operan en este aspecto no es tarea fácil, pero merece la pena hacer el esfuerzo de encontrarlo porque nos evitará muchos conflictos, y no solo laborales o de mal clima con los empleados, sino también de gestión financiera y liquidez. Es muy importante que los empleados sientan que tienen una retribución justa, al igual que es muy importante que la empresa sea competitiva a largo plazo. Si tenemos mayores costes que el resto de competidores corremos el riesgo de quedarnos fuera del mercado, y si nuestros empleados se sienten mal pagados y desmotivados, también corremos ese riesgo por otros motivos.
Un amigo, secretario sectorial de un conocido sindicato me decía: “Nos engañarán en el sueldo, pero no en el trabajo”. Y yo le decía: “Con esa actitud por parte de la empresa y de los empleados, más temprano que tarde nadie engañará a nadie, porque la empresa no existirá”. Hay que buscar fórmulas win-win, donde ambas partes ganen y se sientan motivadas con el proyecto.
En un próximo artículo os hablaré de la gestión de expectativas.